Es inevitable el sentimiento de aflicción que envuelve al mundo del ciclismo por estos días tras la muerte repentina de Michael Goolaerts, el joven ciclista de 23 años quien el pasado domingo mientras disputaba la Paris Roubaix sufrió paro cardiaco que lo hizo dejar la competencia y la carrera de la vida.
La dura noticia fue dada a conocer por su equipo, el Veranda Willems, por medio de un comunicado. “Es con una inconmensurable tristeza que les tenemos que anunciar que nuestro corredor y nuestro amigo Michaël Goolaerts ha fallecido. Perdió la vida a las 22:40 horas en el hospital de Lille rodeado de su familia. Murió por un ataque cardiaco contra el cual toda la asistencia médica no sirvió para nada”
Michaël disputaba la Paris Roubaix por primera vez, llegaba en un rol de gregario para su líder, otro belga, Wout Van Aert, uno de los protagonistas de la carrera. El joven perdió el control de su bicicleta en el sector de Briastre, un tramo ni muy peligroso ni muy fácil, al que la organización le atribuyó una nota de tres estrellas de cinco, según una clasificación establecida. Los servicios médicos de la carrera fueron los primeros en socorrerle.
Goolaerts se convirtió en ciclista profesional en 2014, cuando tenía 20 años, en la carrera de Vérandas Willems. Tras un año se unió a la formación de jóvenes del Lotto, donde corrió dos temporadas, antes de regresar al Vérandas.
El equipo de Bella in Sella junto a varios ciclistas colombianos, se une al luto que ha vestido por estos días los corazones de muchos apasionados y en especial de la familia de este deportista belga que ha partido muy pronto. Sin duda Michaël Goolaerts dejó carreteras y rutas impregnadas de su pasión y una bicicleta con pedaleos e historias excitantes cargadas de valentía, vigor y disciplina.
Hoy esta fuerte noticia nos invade de dolor pero también una alarma, una señal o un llamado de atención a seguir el ejemplo de muchos, ya sea como Goolaerts con tan solo 23 años o como grandes ciclistas ya de avanzada edad, que han determinado, de principio a fin, con caídas, dolores y a veces sufrimiento, alcanzar metas y llenar su sillín de victorias hasta que el cielo lo permita.